viernes, 12 de febrero de 2016

MAS QUE UN ENCUENTRO - Memorias de una Experiencia Inolvidable



Solo el espíritu de Dios despertando cada corazón, puede hacer que niñas de ocho, nueve, diez y once años despierten antes de las seis de la mañana para ir a un encuentro. Un encuentro que Dios planificó desde la eternidad y que su alma ha esperado desde que nacieron.

Sus rostros expectantes, su corazón dispuesto, sus miradas suspicaces y sus pies queriendo subir al bus, son señales que algo grande viene en los próximos días. 
Por otro lado, un equipo de varones y mujeres cual escuadrón de batalla espera su turno para embarcarse en la que seguro será una de las mejores experiencias de sus vidas.

Sin saberlo o sin querer darnos cuenta estamos haciendo historia, monitorizados desde el cielo para cambiar vidas y poniendo a prueba  nuestra capacidad de "dejarlo todo".

Un encuentro de Niñas es la oportunidad inmerecida que Dios nos da para hacer con una niña lo que nos hubiera gustado que se haga con nosotras cuando teníamos esa edad.  Es un regalo de gracia para vernos en el espejo del tiempo, entrar en un túnel donde aún tus recuerdos ya perdidos por los años serán nuevamente encontrados, ponerse en la cúspide de la montaña que no es otra cosa que el escenario,  para ver como un ejercito de leoncillas se levantan dispuestas a todo, es soñar despierta que vuelves a ser una niña, a jugar que eres cantante, a que es tu cumpleaños, a que eres la maestra, a que eres la mamá... 

No me deja de sorprender la capacidad femenina que permite a las niñas soñar a ser grandes y que grandes aún podamos jugar a ser niñas, esa esencia maternal que vive aún en la más pequeña, esa capacidad de creer sin muchas preguntas y de amar sin pedir respuestas. Definitivamente el corazón de la mujer es un baúl de tesoros desde la recién nacida hasta la más longeva. 


Cada caso es único y especial, pero todas sin lugar a dudas necesitan a ese primer príncipe  en sus vidas llamado PAPÁ, un príncipe que en muchos casos abandonó  el castillo dejando a una princesita esperando, que en otros casos burló la seguridad de los capataces para robarse el corazón de la reina, un príncipe que promete volver, un príncipe que murió para no regresar,  un príncipe que deja su propio principado convertirse en obrero de otro castillo. Un príncipe engañado por el dinero, confundido por el trabajo, ofuscado por sus costumbres, cambiado por la vida, un príncipe tonto que juega a ser esperado sin contar que puede ser olvidado, un príncipe que perdió la capa y dejo la corona, un castillo desolado, una reina triste, un lugar vació y a  una princesa esperando el regreso de su amado...

Princesas que hoy recibirán ese beso que las hará despertar, el beso del amor, el beso de la gracia, el beso del perdón, el beso que las hará volver, el beso que las hará resucitar... El dulce beso de Dios. Esperaron por años al príncipe, sin saber que un día llegaría el Rey !!! 
El Rey besa a la princesa  y cual película de cine, descongela el frío corazón, lo vuelva a hacer latir, la coje de la mano, la levanta de su lecho, le arregla el vestido, le pone la corona, la abraza y bailan juntos la mejor danza. Le susurra al oído que la ama, la princesa ya no llorará por el amor del príncipe porque el Rey llego a casa!!!


Ver a ciento cuarenta y cinco corazones descongelarse y volver a latir es una experiencia que se queda grabada en tu corazón y en tu mente, imágenes que solo tu memoria puede almacenar y que solo tu corazón puede resistir. 

Un encuentro de niñas, es más que un encuentro, es un laboratorio de experiencias, un horno de fuego que te pone a prueba el carácter y la fé, una carrera de cien metros que mide tu rapidez  y también una maratón de viente kilómetros que mide tu resistencia. Un espejo en el que me volví a ver, en el que me pude abrazar a mi misma, en el que me consolé y en el que también me confundí. 

Me confundí con sus risas, me perdí en sus miradas, cada sonrisa una historia, cada lagrima una vida. 

Centenar de corazones que le dan aliento a mi corazón para que siga latiendo, no desmayen corazones en su rápido latido porque el mio desvanece. 
Los corazones no solo despertaron de amor, sino ahora arden por el fuego del espíritu santo, cada corazón es una llama encendida, una lampara que alumbrará su casa. Niñas hoy, si, es cierto, pero más convencidas y mas dispuestas que muchas adultas. 
Un encuentro que cambia vidas, un beso que descongela corazones, un abrazo que derrite el alma, una canción que nos hace bailar sin movernos y una melodía que nos hace soñar despiertas y dormir con una sonrisa. Un encuentro diseñado para ellas, pero en el que me encontré yo misma. 



Volví a ver a la Daly pequeña y cuando la vi solo la abrazé, la consolé, ella corrió hacia mi y nos volvimos a juntar confundidas en el abrazo que ambas esperamos siempre. 
Mis niñas me regalaron ciento cuarenta y cinco razones más para sonreir. 
Hasta siempre Princesas guerreras, ustedes me llevarán en sus recuerdos y yo las llevaré en el corazón !!!





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